POR: RAUL PACHECO BLANCO.
A Maduro se lo advirtieron en todos los tonos: no se meta
con Santos, porque en menos de nada, le vuelve la espalda, mire lo que le hizo
a Uribe. Y Chávez no hacía otra cosa que decirle que con Santos la cosa era difícil,
porque pertenecía al cogollo de la oligarquía bogotana, tan diestra en la forma como en el fondo. Un
abrazo de ellos es de lo más peligroso
le repetía a Maduro. Conmigo no se atreven porque el petróleo está a cien
dólares, pero cuando esté a cincuenta usted lo verá. Y cuando ya moribundo, le
daba las últimas instrucciones a Maduro, Chávez le dijo con voz apagada: Ojo,
con Santos. En su momento dio mucho que hablar la frase de Santos que Chávez
era su nuevo mejor amigo, ese fue uno de los primeros golpes de canilla que le
propinó a la nerviosa espinilla del expresidente Uribe. Cuidado con esas
exquisiteces que de eso tan bueno no dan tanto, le dijo Chávez a Maduro, cuando
avanzaba en su último periplo. Pasaron los días y Chávez en un momento dado le dijo a Maduro: ya sé la estrategia
para mantener amarrado a Santos. Le voy a proponer que inicie un proceso de paz con las Farc que yo lo apoyo.
La cosa está convenida con el de arriba, Maduro creyó que el de arriba era Dios
y, Chávez le contestó: no sea bruto, el
de arriba es Fidel. Cuando le hicieron la propuesta al presidente Santos, este
apenas se sonrió, con esa malicia indígena con que suele despachar todos sus
asuntos, como si le mamara gallo al interlocutor y luego se despachó: eso mismo
iba a proponer, aprovechando que ahora ustedes son mis nuevos mejores amigos. Y
el proceso de paz con las Farc se surtió en la Habana, pero impulsado siempre
desde Caracas. Vino la muerte de Chávez y la sucesión de Maduro. Y el proceso
continuó. Pero el precio del petróleo bajó a cincuenta dólares. Maduro recordó
las palabras de su mentor, se santiguó y esperó mejores momentos. Que no llegaron desde luego. Ya el proceso de paz iba en la
etapa de la entrega de armas, la guerrilla se había desmovilizado de sus frentes
y llegaba a sus nuevos cambuches desde
donde empezarían a labrarse un destino democrático. Pero ya era tarde para
Maduro. Así que no tuvo más remedio que despacharse desde Caracas contra el
presidente Santos y contra Colombia, un país fallido, según él.
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