viernes, 7 de octubre de 2016

LA VIOLENCIA.


 

POR: RAÚL PACHECO BLANCO.

 

Siempre nos hemos considerado un país violento. Pero no sabemos cuál ha sido su origen. En qué época se incubó y se propagó para convertir la violencia  en una costumbre nacional. O la cosa es genética. Para Enrique Serrano esto no es cierto, pues en los cálculos que hacemos no incluimos los trescientos años de dominación española, en que solo fue roto el orden por la rebelión comunera. De acuerdo con esta hipótesis, la violencia es producto de las guerras libertadoras, pues a partir de ahí las cosas empezaron a cambiar, pue apenas  acabábamos de salir de la independencia, cuando entramos en la patria boba, para seguir matándonos entre centralistas y federalistas. Luego se retoma en la época radical, cuando la ilustración entró al ritmo de la letra con sangre, dentra. Esto generó la reacción de Núñez y los independientes, que ganaron en la batalla de la Humareda. Vamos en 1,863 y 1.886. Ante el reto de la Regeneración, viene la respuesta de la guerra de los Mil Días, al finalizar el siglo. Y esta respuesta se prolonga en los años 30 en el gobierno de Olaya Herrera, pues el conservatismo no se resigna a no ser gobierno y el liberalismo aprieta las tuercas .El conservatismo a su vez se desquita en los años 50 en los gobiernos de Ospina y de Laureano Gómez. Y viene como salvador el general Rojas Pinilla para imponer la paz. ¿Cuántas paces llevamos hasta aquí? Vaya Dios a saberlo. Lo cierto es que Esteban Constaín en estupendo artículo en El Tiempo (3 –X-016) retoma la historia de la violencia a partir de ahí, cuando los dos partidos unidos, liberales y conservadores crean el Frente Nacional para repartirse el poder. Entonces se decretó  el plebiscito para imponer la paz. Esta paz incubó una nueva violencia, porque los rojistas se fueron a la guerra y crearon el M19. Las Farc derrotadas ideológicamente buscaron la financiación por los lados del narcotráfico, desvirtuando así  su papel eminentemente político y altruista, como ha considerado la ley el delito político. Ya en franca decadencia el movimiento guerrillero latinoamericano, sus inspiradores, Fidel Castro y Hugo Chávez resolvieron encauzar sus fuerzas para  que movimientos como las Farc entraran  en la política para conquistar el poder, como ellos lo habían hecho. Porque si tuvieron  argumentos para crear la acción guerrillera, su propio fracaso aconsejaba seguir trabajando por una solución negociada. Los argumentos se doblaban. Y vino la negociación que se convirtió  en una piñata de ofrecimientos irresistibles para la guerrilla y con un estado débil y un presidente débil como Santos, según Hernando Gómez Buendía, la guerrilla coronó la faena. Y como quedan restos de la violencia atacada, estas negociaciones son el caldo de cultivo de nuevas fuerzas violentas que busquen conseguir un buen arreglo a la luz del constitucionalismo de la Habana.

No hay comentarios: