POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
Quienes pensaron que el doctor Montealegre tenía agenda
política propia, se equivocaron. Lo que parecía una sumisión total al
presidente Santos chupando rueda cada vez que podía, no obedecía a un objetivo
político, sino simple y llanamente a su
papel de doctor en derecho para tratar de poner bases jurídicas a los planes de
paz. Su obsecuencia no era con el gobierno, sino con el derecho. Por el
contrario y, eso sí se sabía, estaba dando tumbos por aquí y por allá si se analizaban
con criterio político sus actuaciones, Se veía al rompe, que era un novato en
estas actividades. Pero ese excelso jurista ahora se convierte en un mago y en
base a una varita mágica convierte el derecho interno en derecho internacional.
Y le concede a las Farc un status de
fuerza deliberante que le de alcance al derecho internacional . Y ya en ese
nuevo nivel, se entre a zanjar los problemas en base a un tratado. Hasta donde
sabíamos, los tratados se firmaban entre países, entre estados. Y esos tratados
entraban a formar parte del bloque de constitucionalidad ¿De dónde sale entonces
la connotación de país o de estado que se entraría a darles a las Farc para que se firme con ellos un tratado?. Y que
de una vez, entre a formar parte del bloque de constitucionalidad. Esto no se
les había ocurrido ni a las Farc, quienes abogaban por una Asamblea
Constituyente, pero no el status de fuerza deliberante. El exfiscal no
solamente le otorga el status de fuerza deliberante, sino de estado, de nación.
Nunca, ningún gobierno le ha dado esta característica, que podría abrir la puerta
a una estructura jurídica más robusta. Solamente se ha llegado hasta la de
reconocerle la calidad de fuerza política, que es precisamente la que le da la
base jurídica para adelantar el proceso de paz y de llegar también a la
búsqueda de un juzgamiento especial como el ideado hasta la presente con la justicia transicional .Menudo aporte el que
le da al proceso de paz el señor Exfiscal, cuando ya está haciendo maletas para
salir al exterior, Esto implicaría un retroceso en todo lo hasta ahora
trabajado desde la Habana, pues con esa solución se le daría patente de corso a
cualquier movimiento guerrillero que de ahí en adelante se formara, porque de
una vez sabe que todo terminará en la firma de un tratado y no en la modesta
firma de la paz sin reforma constitucional.
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