viernes, 25 de diciembre de 2015

PARA SER PRESIDENTE EN COLOMBIA


POR: RAÚL PACHECO BLANCO.

 

Para ser presidente de Colombia se requiere tener un apellido que lo respalde históricamente, ojalá con un par de siglos de antigüedad y que las circunstancias del momento se den, para que los distintos factores de poder se alineen y produzcan el resultado apetecido. Entre los últimos presidentes que hemos tenido a partir de Virgilio Barco, por ejemplo, solo Turbay Ayala, Belisario Betancur y Alvaro Uribe no pertenecen a las familias escogidas. Pero por lo mismo, han tenido que apegarse a una familia determinada con el status suficiente como para que les garantice la llegada a la Presidencia. Virgilio Barco tuvo que recibir el beneplácito de la Casa López, recuerden aquella frase de López Michelsen, ¿si no es Barco, quién? Y desde luego de la casa Santos con el periódico El Tiempo a la cabeza. Belisario tuvo que hacerse a la sombra de la familia Gómez, morder el áspero sabor de la disciplina para perros y la displicencia con que lo miraban los Gómez, para poder aspirar al cargo. En igual forma Turbay Ayala, quien hizo lo propio con las familias Lleras y López, a las cuales les sirvió humildemente hasta que le llegó el momento de sacar pecho y aspirar. Pero era bien mirado por las dos familias, pues no parecía que aspirara a rivalizar con ellos, o sea, lo que no le permitieron a Gabriel Turbay y a Jorge Eliécer Gaitán. Y Alvaro Uribe no obstante contar con el apoyo de fuerzas tan determinantes en su momento como el paramilitarismo, siempre le pidió permiso a la casa Santos para existir políticamente. De ahí que cuando tuvo que acudir a su fórmula vicepresidencial, escogió a Pacho Santos, cuando El Tiempo todavía pertenecía a esa casa. Y luego escogió a Juan Manuel Santos como su sucesor. En tanto que  las casas presidenciales de más antigüedad, llevaron a dos López a la presidencia, dos Pastrana, un Ospina para que este después le devolviera la atención a Laureano Gómez, un Gaviria, cuyo turno era para la casa Galán, filial de la casa Santos, un Samper y dos Santos, un Valencia y dos Lleras.  De ahí que sea muy importante saber a cuál casa se arrima, porque si hay una casa desprestigiada, se genera un veto que hace negativos todos los esfuerzos de coronar. No hay sino que mirar al tinglado para darse cuenta del fenómeno y apreciarlo en toda su integridad, para  no acercarse tanto a un expresidente que tenga rabo de paja.

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