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NI TANTO QUE QUEME AL SANTO...
POR: RAÚL PACHECO
BLANCO.
El caso de Natalia Springer da para muchas interpretaciones
y sobre todo, para radicalizarse, bien sea apoyándola, o tratando de acabarla.
Esto último es lo que parece imponerse a juzgar por el fuego cerrado del
periodismo, que se ha unido para borrarla del mapa. A primera vista parece
revivir el cuento de la cenicienta, por cuanto una niña que tiene un apellido
muy criollo, Lizarazo, se lo taja para ponerse uno más cotizado, como Springer
y a partir de ahí le llueven los contratos
y en menos de nada se hace personaje nacional, acumula una suma de dinero apetecible
y además se le lleva al extranjero, se le exhibe, se le da oportunidad internacional
de mostrar su talento o sus carencias y, luego, se le condecore por una entidad
que la ha remunerado suficientemente, da
para muchas reacciones. Las señoras no la pueden ver pues se trata de una mujer
muy bonita, con una cara muy cuidada, una estampa cerograsa, una finura de
artista y una dicción perfecta, que viene de un talento apreciable y de una
cultura que se ha venido haciendo con el tiempo, madurándose. Eso suscita
muchas envidias. Los señores que viven en la academia tampoco la pueden ver pues
sus contratos no han tenido los rendimientos que Natalia ha obtenido con sus
contratos. De ahí que le hayan hecho un seguimiento carnicero tratando de
cogerla in fraganti. Sin embargo, ella le ha salido a todo. No niega
entrevistas. Y lo hace con una propiedad y un dominio de las cosas que admira.
Por eso el Fiscal se ha visto seducido por su talento. Y por eso se la llevó al
extranjero, para exhibirla. Y se derrite ante ella. Y ella no se achanta, sino que
ve todo normal, como si todo lo que ha hecho hasta ahora no tuviera cierta
notoriedad. Y, si, se cambió el apellido criollo y se puso el extranjero ¿y qué?
Y el paso por diversas actividades en donde se ha venido cotizando, como en la radio, al lado de una periodista de la
calidad de Vicky Dávila, de columnista de El Tiempo, en donde se analizaban sus artículo
bajo la perspectiva de ser Springer y no Lizarazo, sin que nadie se diera
cuenta. Y decana de una facultad de derecho, en fin, toda una carrera que la
puede llevar a otras posiciones más elevadas. Y una reportera intrépida y de
carácter: al presidente Uribe lo mantiene en vilo durante media hora, como si nada.
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