POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Mi admiración ha sido por José Antonio Primo de Rivera, no
tanto por el general Franco, quien al fin y a la postre hizo la historia de
España en momentos tan cruciales, cuando se definía el camino que debía seguir.
Pero debemos reconocer que España le debe a Franco el no haber perdido tiempo
en la experiencia socialista o comunista, que ingenuamente los republicanos
trataban de hacerle tragar a España en esos años cruciales de principios del
siglo pasado. Rayos y centellas. Lo cierto fue que ese sistema que se insinuaba
como la panacea para acabar con la pobreza
y la desigualdad en el mundo, se vino a pique en 1.989, dejando a Cuba colgada
de la brocha, a China con un pie en el capitalismo de estado y a Venezuela
tratando de enderezar el entuerto a base del pulmón del petróleo. Franco desde luego no tiene la dimensión del
general De Gaulle, pero por lo menos tuvo el carácter y la voluntad de creer en
algo y someterse a sus consecuencias. Se la jugó y cuando esperaban que su
torpeza terminara mal, le dio vuelta al mundo y organizó su sucesión, poniendo
en manos de Juan Carlos la transición en España y dando pie para que dos
estadistas como Adolfo Suárez y Manuel Fraga Iribarne, ayudaran a consolidar el
nuevo orden español. Y vendría a su vez Felipe González con su lucidez a escoger
la vía de la Unión Europea en lugar de aventurarse en continuar con la utopía
socialista. Tanto Franco como Felipe González vieron clara esa situación. De
otra parte, los republicanos cometieron la torpeza de fusilar a José Antonio,
quien tenía un bagaje ideológico en base a una tercera vía entre el capitalismo
y el socialismo, que hubiera evitado el franquismo. José Antonio era un intelectual,
a quien a los treinta años ya le cabía el mundo en la cabeza y percibía el
peligro que implicaba el socialismo, pero también las lacras del capitalismo.
Franco puso las bases de lo que hoy es España, tanto en el aspecto democrático
como en lo económico. Y tuvo el acierto de ahorrarle a España su paso
por el comunismo. Lo demás es paisaje. . P.D.
Recomiendo la lectura del libro “ Antonio José de Sucre” del doctor Marco Aurelio Skinner Vásquez,
quien en pulcra edición hace un análisis
del mariscal de Ayacucho como precursor del derecho internacional humanitario. Es
fruto de su dedicación y de su provechoso paso por la academia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario