miércoles, 2 de octubre de 2013

PROMETEO ENCADENADO.


 

POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

El senador Juan Carlos Vélez  ingresó  al partido de la U como  un uribista convencido . Y convencido además de que sus compañeros de partido  se mantendrían fieles a su jefe, pasara lo que pasara. El partido de la U estaba llamado a ser el gran partido de la época, lejos del bipartidismo tradicional, para que la obra histórica del presidente Uribe se prolongara en el tiempo.  Para eso el expresidente había abandonado las toldas del viejo liberalismo, para no volver más, convencido de su aporte  histórico en franca emulación con el peronismo argentino o el chavismo venezolano.  Se elaboró  la plataforma programática del partido, se escogieron sus directivas y se adelantó  la obra de gobierno que todos conocemos pasando por la reelección, de la  cual fue abanderado el hoy presidente Santos. Lejos estaba el senador Vélez  de pensar en que aquel partido fundado alrededor de un nombre  y de unos propósitos, fuera a cambiar tan rápido su naturaleza  y se convirtiera  en  el partido de Santos. Y ya en esa segunda época, los senadores que habían sido elegidos en sus listas  procedieron a cambiar de camiseta, en pleno juego, cuando ya la habían sudado , y se calaron la nueva  hecha a la medida del presidente Santos, con el color y el escudo de la casa Santos.  El senador Vélez  quedó solo, mientras veía la fuga masiva  de los viejos seguidores del presidente Uribe, ahora convertidos en adalides de la causa del presidente Santos. Ahí se sintió  solo y encadenado. Nada podía hacer. Vivió   el castigo que Zeus le impuso a Prometeo por haber enseñado el fuego a los hombres. Miró  a su alrededor y todos los senadores elegidos por el partido de la U, empezando por Roy Barreras, abandonaban el cascaron de proa uribista y se sumaban al santismo  y le decían  : “cambia tu conducta , pues que un nuevo soberano reina entre los dioses”. Entonces  trató de romper las cadenas, de salir de ahí y pasarse para el Centro Democrático, en donde Uribe se había asentado con el resto de sus huestes. Pero no podía hacerlo, pues la ley,  no del rey Zeus sino la del transfuguismo no se lo permitía. .Así que  se quedaba solo  con el enemigo adentro en la estructura que él había ayudado a construir para mayor honra y gloria del expresidente Uribe. Y perdía también la oportunidad  de lanzarse como precandidato presidencial por el uribismo

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