POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Llegar a la presidencia de la republica es la máxima
aspiración de un político. Por eso todo político que se respete tiene que
conseguirla a como de, mas si tiene estirpe de presidente, como es el caso de
German Vargas Lleras, perteneciente a una familia que produjo dos presidentes en el siglo pasado. Si bien es
cierto él se ha ganado en franca lid esa aspiración, lo cierto es que existe un
valor agregado que no se puede desconocer y es esa ascendencia. Tanto, que si no se alcanza la aspiración se consideraría fracasado. Y quiérase o no, se establecen
turnos presidenciales, sobre todo en un
medio tan cerrado como el colombiano, en donde existe una endogamia del poder.
Y parece llegado el turno de German Vargas Lleras. A tal punto, que ya está
convenido con el presidente Santos, luego de su reelección. En el siglo XIX monseñor Herrera Restrepo era
quien señalaba los turnos presidenciales en el partido conservador que era el
dominante. Luego lo fue por mucho tiempo El Tiempo. Ahora lo establece el juego
político. Y el juego político indica que ha llegado el turno de Vargas Lleras.
Por eso él no se pone nervioso ante la perspectiva de que se pueda alterar lo
ya convenido, es decir, luego de la reelección de Santos, la elección suya. Está
tranquilo. Como estaba tranquilo
Gilberto Alzate Avendaño cuando por las circunstancias políticas le llegaba el
turno. Y estaba tan tranquilo, que tuvo la oportunidad de llegar a la
presidencia cuando se enfermó de
gravedad el presidente Laureano Gómez. En ese momento Alzate tenía la sartén
por el mango pues controlaba el Congreso y debía ser el legitimo sucesor de Gómez.
Pero Laureano le hizo la escena de que se iba a morir y su última voluntad era
la de que Roberto Urdaneta lo sucediera en el poder. Y él se allanó, pues
estaba seguro que para el próximo periodo la presidencia seria la suya.
Desgraciadamente el destino interfirió la voluntad de Alzate y de la política
del momento y se lo llevó antes de tiempo. Alzate murió como decía él, “como un
barco que se hunde con las luces encendidas” Tenia 50 años en el momento se su muerte y lo
acompañamos hasta el cementerio Central cuando éramos estudiantes del Externado
de Colombia. Luego la historia no es tan lineal como se sospecha, de ahí que German
Vargas Lleras deberá estar penándolo todos los días cómo debe jugar sus cartas,
ante la incertidumbre que muchas veces se aparece y coge desarmada a la
historia.
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