POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
Empezó su vida política con el Inri de ser poco amigo de la
democracia y se movía dentro de ella porque tocaba y no por plena convicción.
Por eso cuando estuvo en el Congreso por primera vez, se hizo célebre porque
llevaba a las sesiones pitos para interrumpir y sabotear las exposiciones de
los demás parlamentarios. Y como también había sido o era hijo del ejecutivo,
pues tenia una mala imagen ante los
demócratas sinceros o de los de opereta.
Y era el centro de un gobierno presidido por su padre Laureano Gómez, quien
llevaba adelante, según los liberales, un gobierno dictatorial. Todo ese se
interrumpió cuando el golpe de estado en
1.953, cuando Laureano Gómez fue desterrado por el general Rojas Pinilla. En el exilio escribió su mejor libro, La
Revolución en América, en donde sostiene la tesis de que en América no prendió ni prenderá la revolución. Al regresar del exilio las cosas empezaban a a
cambiar, porque si Laureano Gómez había sido desterrado a España, ahora era
entrevistado por Alberto Lleras en los puertos de moda para el turismo español,
como Benidorm y Sitches. De ahí nació
el Frente Nacional y Alvaro Gómez se montó en él con entusiasmo. No así Jorge Leyva, su amigo y compañero de la
víspera, quien se hizo jefe de un conservatismo que no se dejaba convencer por
esa nueva política. No obstante la relevancia
tanto intelectual como política de que
disfrutaba, su nombre no fue tenido en cuenta para los turnos presidenciales y
de ahí que se escogieran a Guillermo León Valencia y Misael Pastrana para los correspondientes al
conservatismo. En esa forma, se le cerraron los caminos
presidenciales, pues ya llevaba el estigma de ser el hijo de Laureano Gómez y
el liberalismo no se lo pasaba, mientras el conservatismo empezaba a perder
fuerza luego del Frete Nacional. De ahí
en adelante, todo intento para llegar a la presidencia era una derrota. Y
empezó un calvario que lo llevó primero
al secuestro cuando un grupo guerrillero lo tomó por su cuenta y lo tuvo bajo
vigilancia implacable y en condiciones vergonzosas el tiempo suficiente como
para que el país lo extrañara. Vivió en carne propia pues, el drama del secuestro,
el alejamiento de su familia y se hizo famosa su correspondencia con su esposa
desde el lugar del secuestro. Todo el mando laureanista y alvarista montó guardia y su trabajo con el grupo guerrillero
logró que volviera a la libertad. El
regreso fue apoteósico y su prestigio
político se fue acrecentando hasta el
punto de considerarlo un presidente honoris causa, tanto por sus conocimiento y
trayectoria política, como por la brillantes de su palabra. Por eso fue a la
Constituyente, en donde fue figura principal y colaboró en darle forma a la nueva carta política. Allí está su impronta en muchas de las normas
consagradas. Pero faltaba lo peor. Cuando el país se veía sorprendido por el
escandalo de los dineros de la mafia en
la campaña de Ernesto Samper, se constituyó en el centro de la fuerza opositora
y seo fue suficiente para cegar su vida. Se la quitaron, cuando salía de la universidad
Sergio Arboleda, luego de dictar su clase de ideas políticas. Lo acribillaron y
rociaron con su sangre el vehículo de la familia. Así pagaba con su vida, el amor por una
democracia que no supo entenderlo.
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