POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Se pregunta Juan Carlos Botero,
el hijo del maestro Botero, en El Espectador , 7-XII-012, Ya en el siglo XIX se
hacía una pregunta parecida el generalísimo Tomas Cipriano de Mosquera. El decía:
¿hay algo qué conservar en la Nueva Granada? Pues había tanto que conservar,
que más adelante aparecieron Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro para ponerle
orden al despelote que habían armado los
radicales.
Y aquí cabe una precisión . Los
radicales no armaron el despelote por el aspecto ideológico, pues estaban en lo
cierto: había que quitarle privilegios al clero y a los terratenientes, había
que darle curso a las ideas de la Ilustración,
que era simplemente el paso de la sin razón a la razón cartesiana.
Pero eso no significaba borrar
del mapa a la iglesia católica y declararle la guerra a cuanto estado soberano
se opusiera a la aplanadora radical. Por eso apareció en su momento un hombre
sensato, don Aquileo Parra. Pero no pudo hacer mayor cosa.
Hecha la precisión seguimos con
que la Regeneración le puso orden al país y produjo la carta de 1.886, que le
garantizó un piso jurídico a la
actividad política durante más de cien años.
Y sobre todo, Colombia inició su despegue económico a partir de los años veinte
del siglo pasado, cuando pudo disfrutar de paz, en un periodo que no hemos vuelto a disfrutar y que yo llamé en un articulo “El reposo de
los halcones” ( Uis, Vol 35-# 2-2005).
En los gobiernos de Concha, Suárez,
el general Ospina y Abadía Méndez , el país se capitalizó e inició un nueva
era. Ya el dominio ejercido por cuarenta
años trajo el desgaste del régimen y se vino a pique.
Luego entró la generación de Laureano Gómez. A
poco andar vino el traspiés liberal y el
conservatismo volvió al poder. Pero Laureano Gómez, eficaz en la oposición no
pudo con el gobierno y radicalizó en tal
forma la lucha política, que se echó encima al liberalismo y satanizó al conservatismo
ante la opinión pública. Prácticamente Laureano Gómez acabó con el partido
conservador y de ahí en adelante solo coaliciones con otros partidos pudieron
sacar a flote las presidencias de Betancur y de Pastrana.
Ahora estamos en otro cuento, en
otra historia. Estamos en la época de la globalización y de la intercomunicación, que borró las
fronteras. Estamos en la época de la ciencia y de la técnica. ¿ Se puede ser
conservador ahora?. ¿ Cuales son los partidos mayoritarios de la Unión
europea sino los socialdemócratas y los
populares conservadores?
Hasta en Corea del Sur acaba de
ganar una candidata conservadora. Pero bien. Esto en cuanto a los partidos,
pero en cuanto a la ideología, el conservatismo ha pasado por varias etapas, la
pre-moderna, la moderna y ahora la posmoderna. Luego no se pude juzgar al
conservatismo con los criterios con que se juzgaba el conservatismo pre-moderno
de Edmund Burke, con lo que pueda representar hoy el primer ministro inglés.
Por lo tanto, hoy no podemos hablar de
conservatismo sino de post-conservatismo. Y el post conservatismo si bien se nutre de los principios duros del
orden, la tradición, no el pasado, la moral, las jerarquías, la autoridad, también abre el compás a la
justicia social, al papel que debe jugar el estado ante la desigualdad
económica y social y en lo cultural en
temas como el divorcio, el aborto, la eutanasia, las uniones homosexuales.
Luego los valores duros están en
plena vigencia, sobre todo bajo el punto de vista de la moral que está por los
suelos.
La señora Tatcher tuvo que echar
por los predios del neoliberalismo, porque la coyuntura pasaba por ahí. Lo
mismo le ocurrió a Cesar Gaviria,
diciéndose socialdemócrata, por el imperativo de los mercados. Y en igual
forma Tony Blair, con la Tercera Vía, para
poder integrarse con la coyuntura inglesa luego del tatcherismo.
Ahora, no se puede confundir la
ideología conservadora con la religión. La religión es otra cosa y se ejerce a
nivel personal. Que haya personas como el procurador o concepciones tan demoledoras
como las del senador Gerlein, es asunto
de otro costal. Ellos se alinean en un conservatismo pre-moderno, burkeano, lo
cual es muy respetable pero no actual.
El conservatismo posmoderno admite las uniones
entre homosexuales, pero dentro de estatutos diferentes. Es decir, que haya una
unión homo-parental y otra hetero-parental,
regida cada cual con sus propias normas. Admite el aborto en los tres casos
especiales señalados por la Corte Constitucional, lo mismo que la eutanasia
cuando ya no hay vida, sino simple existencia.
De ahí que se puede ser
conservador en una época como esta dominada por los cambios y en donde el
imperio de la ciencia se ha impuesto sobre la filosofía.
Es como el liberalismo que había
desaparecido de la escena política, pues fue
absorbido por el socialismo
y la socialdemocracia y, ahora, en cambio, el socialismo tiene que pedir prestado al liberalismo sus ideas para poder
sobrevivir luego de la caída del muro de Berlín.
El conservatismo no está
concebido para obstruir el paso de los cambios y de las corrientes, sino para
convertirse en el selector del cambio. Los conservadurismos , integrismos y
fundamentalismos, son otra cosa.
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