POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Al actual Fiscal le dijeron en todos los tonos que no se
postulara para el cargo por el alud de incompatibilidades que se le irían a
presentar en el futuro, por los continuos saltos de mata que estaba haciendo de
la empresa privada al gobierno y viceversa. Pero él no escuchó y se dejó llevar
de su instinto que le indicaba tiempos futuros inciertos, preñados de acontecimientos
de marca mayor y que valía la pena, por tanto, invertir en esa tentativa, incluso
arriesgando muchas cosas. Y lo logró. Ya había pasado por un ministerio expresamente
creado para él que le daba el rango de jefe de gabinete y desde el cual montó
su candidatura a la Fiscalía. El, desde luego, negaba que aspiraba al cargo e
inclusive se ponía bravo con quien tratara de recordárselo. Al anterior fiscal
no le había ido tan bien en el cargo,
pues su inexperiencia política lo puso a hacer el oso muchas veces, dando
bandazos aquí y allá, presentándose unas veces como fiel escudero del presidente
y otras como político de alto vuelo con serias aspiraciones a la presidencia.
Bien pronto se enredó y quedó colgado de la brocha, porque ni siquiera el
Presidente lo premió con embajada alguna, que es lo que se estila en estos
casos. Ya en el cargo, el olfato de
Martínez vino a manifestarse en forma ostensible, pues se encontró de manos a
boca con el caso Odebrech, que venía del Brasil y en tránsito por toda
latinoamérica, implicando a politicos, presidentes y funcionarios de alto vuelo
en las sindicaciones de haber recibido coimas por contratos. Y Martínez Neira
tomó el toro por los cuernos, pues si bien es cierto denunció ante la opinión
publica los hechos que estaban siendo investigados, se adelantó a absolver al
gobierno de cualquier vínculo con el negociado, pues no existía prueba alguna relevante
que diera luz a tal responsabilidad. Y, más aún, que el caso se le salía de las
manos porque tenía que ver con la violación de los topes electorales, cosa que
debía conocer el Consejo Nacional electoral, compuesto en otras cosas, por
representantes activos de los correspondientes partidos políticos colombianos.
Luego fue al Brasil a recoger pruebas y estamos en la búsqueda de los culpables
y sobre todo, si el gobierno Santos está involucrado. Y Martínez Neira lleno de
incompatibilidades alega que son sus fiscales los que investigan y no él, cuando
los puede vigilar y destituir cuando le dé la gana.
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