jueves, 9 de marzo de 2017

LEGISLAR EN CUERPO AJENO.



POR: RAÚL PACHECO BLANCO.

 

Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo derecho. Antes las leyes las  hacía  el Congreso, o por medio de las propuestas de órganos del poder público, pues en el proceso de su elaboración sufrían cambios que hacía el legislativo, porque precisamente para eso estaba: para legislar. Eran leyes reales, que si bien recibían el aporte de otros órganos, sin embargo el papel preponderante lo llevaba adelante el Congreso. Inclusive la ley de presupuesto, que es eminentemente técnica y que el ejecutivo se la juega para que nada se toque, el Congreso mete su baza para enmendar lo que a bien tenga. Lo mismo sucede con el plan de desarrollo. Y así fuera mínima la injerencia del legislativo en el proyecto original del gobierno, en todo caso, era un acuerdo que se llevaba a cabo entre los dos poderes. Ahora se legisla en la Habana. Y según el abogado de las Farc, doctor Santiago, quien maneja otro lenguaje jurídico, cualquier participación del Congreso debe reducirse a sacar adelante la voluntad no del legislador, sino de una ley anterior, acordada entre unas partes, que para el doctor Santiago equivale  a unas altas partes contratantes, es decir entre estados. Para él las  conversaciones y acuerdo de la Habana obedecen a la formación  de un tratado entre naciones y de ahí que esté por encima de la constitución nacional. Y por eso siempre alegaron, con el doctor Leyva a la cabeza, que todos los acuerdos iban a formar parte del bloque de constitucionalidad, así, en chorizada, como si el bloque de constitucionalidad se pudiera referir a otra cosa diferente a los derechos humanos. Dice Enrique Santiago, el abogado español de las Farc en El Espectador ( 5-III-017):” Ha habido aportes importantes por parte del Congreso, que han permitido “enriquecer” y mejorar el acuerdo. Pero también ha habido intentos de renegociarlo y eso no es lícito”. ¡Qué tal!, no es licito al Congreso de Colombia hacer una ley o acto legislativo con todas las de la ley. “Además, no corresponde a la fase de implementación renegociar algo que se construyó durante cinco año de conversaciones.” Como si esas conversaciones de la Habana fueran producto de  una Constituyente con capacidad legislativa suficiente y que su paso por el Congreso es apenas un requisito formal que nada tiene que ver con la fuente misma del derecho, en su dialéctica interna de realización. El “espíritu” de la ley está en la Habana y no en el Congreso de Colombia.

No hay comentarios: