POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
La primera división del conservatismo en el siglo XX se presentó por la lucha enconada entre nacionalistas e
históricos. El conservatismo era en ese entonces un partido clerical, dominado
por los arzobispos, concretamente monseñor Herrera Restrepo primero y luego
Ismael Perdomo. Ellos se encargaban de señalar los turnos
presidenciales. De ahí que no hubo problemas entre Concha, Suárez, el general
Ospina y Miguel Abadía Méndez. Todos estos turnos estaban dados por la
jerarquía eclesiástica y nadie, fuera de Laureano Gómez se atrevía a salir de
ahí. Esto llevó a que Laureano Gómez creara la primera disidencia en la lucha
contra la candidatura de Marco Fidel Suarez. Y así hubiera sido formado por los jesuitas para
enfrentar a los enemigos de la iglesia, en este caso se enfrentó con la jerarquía católica y alcanzó a cruzar
sus mandobles con ella, hasta que claudicó y le pidió perdón a monseñor Herrera
Restrepo. Laureano Gómez tenia
proyectada su carrera política en base a una alianza a largo plazo con Alfonso López, cuando Gómez
se comprometió con López a apoyarlo para
llevarlo a la presidencia y para luego pasar de agache ante la reforma de la
constitución de 1.936, todo eso a cambio de ayudarle a Laureano para el siguiente periodo presidencial. Pero López traicionó a Gómez y nombró a Olaya Herrera ministro para proyectarlo a la
siguiente candidatura presidencial. De ahí en adelante se rompió la alianza y Gómez incendiaría el país. Luego
las divisiones fueron surgiendo a medida que avanzaba la política. La siguiente
división fue entre laureanistas y ospinistas. Esto dinamizó al partido, pues le creó un entusiasmo de tribu que galvanizó la
legitimidad. Luego apareció el leyvismo para oponerse al Frente Nacional, junto
con el alzatismo que fue un movimiento serio, con doctrina y dirigentes de
alguna consideración. Y por último se abrió el partido entre alvaristas y
pastranistas. Lo cierto fue que estas divisiones le ayudaron a mantenerse vivo,
a revitalizarse, a ser actual. La división no es buena, pero en determinados
momentos sirve para despertar nuevas místicas. Diferente a la situación actual
en que el partido conservador no está dividido hacia adentro sino hacia afuera.
Y estamos a la expectativa de que unos conservadores se vayan con Alvaro Uribe y
otros con Juan Manuel Santos. Esta pues es una situación inédita o ¿ se parece
a la que vivió con Laureano Gómez cuando
se unió con Alfonso López?.
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