POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
El caudillismo no es nada nuevo en Latinoamérica. Pero en
medio de todo. podemos diferenciar diversos tipos de caudillismo : por ejemplo,
el caudillismo estructural, para pedirle
prestado el término al constitucionalismo y el caudillismo coyuntural. Los
coyunturales se dan silvestres, pues cada cuatro años se manifiestan en los
diversos países de Latinoamérica o coincidiendo con el periodo de elecciones. Pero esos son voladores sin
pólvora. Se imponen en los cuatro años y así den la sensación de permanencia, desaparecen a
las siguientes elecciones. No así el
estructural que puede llegar a producir una tradición, o por lo menos permanecer por varias generaciones, al mismo
tiempo que generar un impacto tal, que
se emparenta con lo religioso, o por lo menos con el mito y la leyenda. En
Colombia tuvimos el gaitanismo como una manifestación de ese caudillismo, pero
ese si de esencia laica, sin proyecciones hacia lo religioso. Fue tal el
impacto de su personalidad, que irradió
en el pueblo en tal forma, que desbordó los linderos del partidismo y
que aguantó varias generaciones. Ese
contacto original del caudillo con el pueblo, solo se da en fenómenos como ese
del gaitanismo. Sin embargo en Latinoamérica el ejemplo más típico es el
peronismo, ya que adquirió una simbología
más completa por cuanto se da en la pareja de Perón- Evita, asumiendo una
totalidad andrógina que es señal de plenitud. Perón llegó a la entraña del
pueblo argentino, dentro de un acercamiento natural como si existiera una
fuerza centrípeta que impulsara a crear una armazón pueblo- caudillo. Y es tal
la fuerza, que los nombres de Perón y de Evita están por encima de sus ideas,
de su partido, y han sobrevivido a
varias generaciones hasta encontrarse actualizado en los Kichner, quienes se
basaron en el modelo peronista. Por lo tanto, el peronismo es una fuerza que
está viva en Argentina. Y llama la atención precisamente ese fenómeno de que se
de en un país como Argentina, el más culto de Latinoamérica y por lo tanto, el
menos llamado a propiciar fenómenos como este. Lo fundamental en este
caudillismo está en la íntima comunicación o conexión que se establece entre el
jefe y su pueblo, de tal manera, que se funden en una sola cosa y que despierta
tal frenesí, como el que sacudió a Bogotá por ejemplo, cuando Gaitán fue
asesinado. Esa conexión fue muy estudiada por Heidegger, quien recibió ese impacto
de Hitler y se sintió motivado para estructurar todo un tratado sobre el poder
carismático y sobre la profundidad de ese contacto, que el llama el Dasein.
Para Heidegger se produce un “ entrelazamiento del destino del individuo con el
destino del pueblo. Pero si el “ser ahí” que es en forma de “destino
individual” existe, en cuanto “ser en el mundo”, esencialmente en el “ser con
otros”, en su gestarse histórico, en “gestarse con” y constituido como destino
colectivo”. ( Discurso filosófico de la modernidad, Taurus, 1.993, pag 192).
Esa simbiosis es la que se ha establecido en Venezuela entre
Chávez y su pueblo y que ha desbordado en tal forma las estructuras legales,
que hoy no hay constitución en Venezuela, sino el solo espíritu de Chávez
gobernando.
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