POR: RAUL PACHECO BLANCO
Esta es la esencia de lo que está ocurriendo y que espera
luego llevar al pueblo para su ratificación. Por lo demás, el tiempo lo dirá en
la medida en que los cubanos se vayan acostumbrando a los métodos capitalistas
o burgueses que les llegan desde Miami y todos los rincones del mundo, a donde
han ido a parar multitud de cubanos sacados de la isla para dejar en manos de
los Castro el juego de la oferta y la demanda.
Entre las cuestiones a plantear está el caso de la presidencia,
cuando allí se creó un consejo de estado, para que quien lo presidiera fuera
prácticamente el dueño del poder, en una copia a escala del modelo ruso.
Ahora el presidente
de Cuba saldrá de una especie de régimen parlamentario, lo cual indica que será
elegido por los miembros de la Asamblea, con un primer ministro que no sabemos
si será escogido por el mismo presidente o por la asamblea.
Se reconoce la propiedad privada y se permite la inversión
extranjera, con la cual se espera reactivar
la economía cubana estancada en este largo periodo de castrismo.
El periodo presidencial será de cinco años, lo cual indica
que la monarquía familiar establecida se acaba y el pueblo podrá elegir su
presidente en forma indirecta como ya lo anotamos, a través de la asamblea.
Y como algo bien extraño en el texto constitucional aparece
el matrimonio igualitario que permitirá a las personas del mismo sexo casarse.
Así que Cuba no se convierte en una nación capitalista y el
capitalismo todavía está lejos de permear sus instituciones, pero no cabe duda
que el regreso empieza y se da por los lados del socialismo clásico, en que los
medios de producción quedan en manos del estado.
Es decir, la industria seguirá siendo controlada por el
estado, pues es la que genera capital y la que produce la plusvalía que no admiten
los principios socialistas.
Pero en todo caso, se
trata de una constitución que no durará mucho tiempo, pues el mercado se
encargará de ir penetrando el mundo económico cubano, hasta que la sociedad
deje de ser socialista y ahí sí, entre el capitalismo, como lo han demostrado
Rusia y sus satélites.
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