POR: RAUL PACHECO BLANCO
Desde que se fundaron los partidos en 1848 y 1849 tanto el
partido liberal como el conservador han pasado por crisis de las cuales han
salido ilesos pero ahora, ya en los años 2000 del nuevo siglo no sabemos
si será la declinación definitiva o simplemente la crisis coyuntural
tradicional.
La primera crisis se dio cuando se produjo la unión entre
los independientes liberales encabezados por Rafael Núñez y el conservatismo
nacionalista encabezado por Miguel Antonio Caro. De ahí surgió el partido
nacional, que creó tanto la constitución del 86 como los sucesos que
envolvieron tal periodo. Y no obstante la importancia de estos eventos, el partido
nacional no cambió la historia de los partidos, quienes siguieron existiendo.
Luego apareció Carlos
E. Restrepo y el republicanismo, en donde conservadores como Restrepo se
unieron con liberales como Enrique Olaya Herrera y crearon el republicanismo. Entonces también
se tuvo la sensación de que los partidos se iban al traste.
Pero La Iglesia se
encargó de revivir al partido conservador y es así como viene a imponer sucesivos
gobiernos durante los periodos de Suárez, Concha, Pedro Nel Ospina y Abadía
Méndez. Es decir, que de la crisis salió fortalecido el partido conservador y
prolongó su dominio hasta los años treinta en que se abre otro ciclo inaugurado
por Olaya Herrera y enriquecido por Alfonso López, en que el partido liberal
vuelve a la carga y empieza una hegemonía que va a durar dieciséis años. No nos detenemos a particularizar la
época, porque lo interesante es el fluido de los partidos que a pesar de sus
crisis, reviven.
Pero si el partido se divide y se cae del poder da opción al
partido conservador para que se adueñe del mando durante un corto tiempo y
prende las expectativas en él que sueña con traer el experimento de España con
su falangismo, para acomodarlo a nuestra constitución.
Sin embargo, a poco
andar los partidos entran en crisis y aparece el general Gustavo Rojas Pinilla,
quien le da aliento a la Anapo, el partido que nació del binomio pueblo-fuerzas
armadas.
Y otra vez vino a
verse el desgaste de los partidos y la fuerza nueva que entrañaba el gobierno
militar, que entre otras cosas, estaba a tono con la coyuntura regional, porque
en Latinoamérica se imponía el auge de las dictaduras militares.
Sin embargo, cualquier sospecha de permanencia se desvanece:
los partidos ayer derrotados, se unen y acaban con la ilusión de la Anapo, que
se ve reflejada luego en la hija del dictador y la cosa no pasa de ahí y menos,
siguiendo el tiempo, los hijos de la hija del dictador acaban con lo poco que
quedaba y se fueron a la cárcel.
Los partidos recobran su vigencia, establecen un orden
cerrado para ellos y sacan del juego cualquier evento que los perjudique y no
les permita seguir gozando del poder.
Y viene luego toda una seguidilla de gobiernos conjuntos con
la alternación y para más adelante dar los primeros pasos del despegue: López
Michelsen, Julio César Turbay, Virgilio Barco.
En esta ocasión le fue mejor al partido liberal, pues logró
la presidencia en periodos consecutivos. Pero cuando menos se pensaba y luego
de sucesivos gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana, llega el nuevo Núñez o el nuevo Restrepo o el nuevo General y acaba
de una vez con los partidos, que le tienen que pedir permiso para unirse a él
en torno a Iván Duque.
Estamos en la era del Centro Democrático, como ayer estábamos
con el partido nacional, el republicano y el anapismo.
Lo cual quiere decir que las nuevas propuestas de partido
vienen envueltas en situaciones particulares, bien sea a través de ideas o de
caudillos. Si es de caudillos, las horas podrían estar contadas y seguramente
llegaríamos al mismo llanito que en las otras épocas que acabamos de mencionar.
Ayer fueron Núñez y
Caro, Carlos E .Restrepo, el general Rojas Pinilla y ahora Alvaro Uribe. Esta última
alternativa viene realizándose y no sabemos en dónde irá a desembocar. Si obedece
a las crisis coyunturales que hemos planteado, bien sabemos que de allí no
pasará.
Desaparecido de la escena política el expresidente Uribe,
volverán las aguas al mismo nivel y recobrará el tono partidista que
siempre ha tenido.
O puede suceder lo de Argentina, en donde el peronismo no
fue un suceso coyuntural, sino se volvió estructural. La mayoría de los argentinos de
ayer, hoy y mañana, serán peronistas. Y otro
tanto iba ocurriendo en el Perú, con al aprismo. Pero pare de contar.
Claro está que entramos en una época de cambio acelerado, en que la ciencia nos tiene reservadas muchas
sorpresas. Por ejemplo, la informática puede acabar con los partidos, pues los
ritos que hoy se surten como las elecciones se podrán realizar a través de
internet y entrarían a sobrar los intermediarios, como lo son los partidos con relación
a la opinión pública.
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