POR: RAUL PACHECO BLANCO
Los partidos contemplan en el momento actual, problemas tanto
de estructura como de coyuntura. Entre los primeros está la falta de ideología,
por cuanto los grandes metarrelatos que nutrían a los partidos, el fascismo y
el socialismo entraron en crisis, se derrumbaron por su propia naturaleza.
Y entre los de coyuntura
no se puede negar que uno de ellos pasa por los expresidentes. Cuando empezó la
racha de presidentes jóvenes, al terminar el mandato de Virgilio Barco, esto
es, Cesar Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Alvaro Uribe, se veía
venir esta crisis de interferencia en el manejo de los partidos.
Porque aquí no elegimos un presidente para cuatro años, sino
un monarca para ocho años, luego de sucesivas reformas a la reelección. Así que
tan pronto terminan sus periodos los presidentes
salientes, se dedican a hacer política, teniendo en cuenta que están todavía
muy jóvenes y tienen todavía mucha vida por de delante para quemar en la mejor
forma.
Y desde luego, dentro de los partidos también existe la
tendencia de sentirse ligados a su propio partido por medio de los expresidentes.
El expresidente es un ser incontrovertible, no sujeto ya al espacio y al tiempo
de los demás, sino con un destino histórico que traspasa toda clase de
barreras. El expresidente es el encomendero de las viejas épocas, el cacique de
las anteriores y así sucesivamente.
Por eso, tanto en el
liberalismo con Gaviria, Samper, y Alvaro Uribe, como en el conservatismo con
Belisario Betancur y Andrés Pastrana, paso el mismo fenómeno, a excepción de Betancur, quien se quemó
políticamente en el holocausto del palacio de justicia, cuando el gobierno
quedo desguarnecido y en poder de los militares, quienes hicieron lo de su
oficio. Ahí se produjo un golpe de estado, del cual no pudo recuperarse nunca
Betancur y de ahí que siente en carne propia el despojo.
Y comenzó la acción de los expresidentes, en el liberalismo
se produjo la división entre gaviristas, samperistas y desde luego, unido a la otra
expectativa de expresidente, como lo es la de Juan Manuel Santos, manipularon
el poder de tal forma, que el liberalismo hoy está en manos de uno de ellos,
como jefe único, con el también único propósito de conservar su cuota de poder
en el próximo gobierno y de colocar en línea de sucesión del mando a su hijo
Gaviria. Y de paso, le ganó al samperismo sacándolo del juego.
Y en cuanto al otro expresidente liberal, Alvaro Uribe, se
tomó el conservatismo, en tal forma, que a última hora le tocó al expresidente Pastrana adherirse a las políticas
de Uribe para sobrevivir. Así que los dos partidos fueron tomados por los
expresidentes y los tienen en el sitio en que están.
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