Para eso se necesita vivo. De lo contrario, si su salud se
deteriora no puede aportar su granito de arena para que se haga justicia, no
solamente por el caso del narcotráfico, sino por los delitos de lesa humanidad y
demás cometidos durante largos años de guerrilla.
De morirse Santrich en su huelga de hambre se convertiría en
mártir, en héroe invicto de una causa y en símbolo, con todo el contenido que
esto conlleva. Nada más fácil para Santrich que morirse y sacarle el cuerpo al
juicio y a la condena.
En las condiciones en que estaba en la cárcel no se podía
esperar mucho en cuanto a su salud se refiere y seguramente el proceso de
deterioro se habría acelerado, hasta que se hubiera consumado el hecho.
Aquí, en cambio, existe la posibilidad no solamente de la
atención material sino de la espiritual para que se recobre y llegue a la lucidez
que necesita para someterse al juicio de la justicia. En un ambiente lleno de comodidades,
de atenciones y de buenas comidas puede recuperar su salud y ponerse a tono con lo que
se le viene encima.
No estamos de acuerdo con la apreciación que se le esté
dando un trato excepcional que no se compadece con todo lo que ha hecho. Por el
contrario, todos los cuidados que sean necesarios para que Santrich recobre sus
condiciones, es bien venido. Todo lo que ha hecho hasta al momento en años de delinquir en el monte no pueden pasar
de agache ante la justicia
En este caso, él no
es dueño de su vida, se debe a motivos superiores que trascienden el ámbito personal
para volverse colectivo. Uno puede ser dueño de su propia vida cuando no tiene
cuentas pendientes y deberes imperiosos para cumplir en el transcurso de vida
que le queda, pero en la situación subjudice en que se encuentra Santrich no
puede sacarle el cuerpo a la justicia. De lo contrario la muerte viene a ser un
beneficio adicional.
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