La sensación que le deja a uno Vargas Lleras tan pronto lo
conoce personalmente es la de un jayán que se cansó de ser un cachaco de
maneras refinadas, al estilo Juan Manuel Santos, para dedicarse a trabajar un
perfil más llano y más frentero. Ya en su familia era común prepararse para las
campañas presidenciales, pero al él le tocaba un legado difícil por tener un
abuelo y un tío expresidentes, prácticamente en sus narices. De ahí la exigencia
para ir escalando peldaños y sobre todo, ganarse a pulso aquello que le
correspondía por derecho de sangre. Descubrió su temperamento que en algo lo emparenta con
su abuelo Carlos, quien era famoso por su talante altanero y soberbio en
contraste con el perfil más mesurado pero más soberbio de Alberto .Pero en fin,
era la casa Lleras y tenía que seguir la tradición. Así que Vargas Lleras sacó
del juego el cachaco que llevaba dentro, dejó de lado el gesto desdeñoso de
tierra fría de Ernesto Samper y el brocado fino de las maneras de Juan Manuel
Santos, para los gringos demasiado británico, para adquirir un perfil distinto,
como de luchador, ganando peso y altura hasta configurar una imagen a tono con
la rudeza de su carácter. Tal vez al
dejar el cigarrillo que le quemaba los labios a su abuelo el expresidente
Lleras, ganó kilos y lo convirtió en
peso pesado, no solamente de cuerpo, sino de la política. Hoy su voz es más gruesa, su ademán es más contundente, su poder de aguante es mayor
para hacerle frente a una campaña presidencial que ahora se insinúa muy dura. Y
ha adquirido un conocimiento del país, que casi no le permite quedarse callado
para hablar de todos y cada uno de sus problemas. Ese es el gallo que tiene la
derecha para enfrentárselo a Petro. Ahora es un cuajado estadista con soluciones y en sintonía con el mundo de hoy,
postcomunista, donde lo principal está en fomentar el empleo, dar garantías a
la empresa privada para crear riqueza y no tratar de bloquearla o acabarla,
como sucedió en Venezuela. Y además, su recio carácter es el que necesita
Colombia para ponerle orden al proceso de paz, a la irrupción permanente del
ELN que ha ido llenando el vacío dejado por las Farc, agravado esto por la
ayuda que le presta el gobierno de Maduro y, la llegada de los carteles de la
droga mexicanos, ubicándose en los sitios estratégicos para la exportación.
jueves, 22 de febrero de 2018
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