POR: RAUL PACHECO BLANCO.
En la primera guerra mundial desaparecieron los grandes
imperios. Eso desató luego un crudo nacionalismo que a su vez produjo la segunda
guerra mundial, cuando Adolfo Hitler invadió
Polonia. La esencia del fascismo en sus dos versiones, alemana e
italiana, viene dada por ese sentimiento nacional. En el caso de Italia, en la
búsqueda de un nuevo Renacimiento. Y en
el alemán, la expresión darwinista de la pureza de la raza aria y la imposición,
por tanto, de su dominio en el mundo. Sobre
esa base estaba montado el poderío de Alemania. Y ese crudo nacionalismo fue el
que impulsó a los diversos países, bien sea en el caso especial de Alemania, de
la búsqueda “espacio vital”, como decía Hitler, o de la vocación insular e
imperial de la Gran Bretaña, o la grandeza de la nación francesa en lenguaje
degolliano. Cada país europeo era un mundo antes de la segunda guerra mundial
en donde estaba por delante hacer historia a lo que diere, expandirse, invadir
regiones o países, haciendo un inventario de sus necesidades. De ahí que se
vieran uniones contra natura, como las fuerzas aliadas en donde se encontraba
la Unión Soviética que estaba lejos de las demás naciones europeas en su
concepción ideológica y sin embargo hacia causa común contra el eje,
constituido por Alemania, Japón e Italia. Por eso cuando los alemanes se
sienten derrotados y quieren rendirse, no lo hacen ante la Unión Soviética,
sino ante los países occidentales a los que se sentía más afín. Pero una vez se
liquida esa pugna, se busca la integración europea en un alarde de sabiduría y
de buen sentido y, sobre todo, para no
dejar tan mal parado a Descartes, quien se sentía defraudado con su tesis de la razón como el verdadero centro
del hombre. A tal punto, que los filósofos llamaron la etapa siguiente de la
guerra como la de la posmodernidad, porque en Auchitz y en los hornos
crematorios se había incinerado la razón del “homo sapiens”. La evolución
industrial llevó al mundo a la era de la informática y el internet se encargó
de desdibujar la soberanía de los países para convertirlos en una aldea global.
Así que con el doble anillo de seguridad de la globalización y de la unificación
europea, los países se vinieron a sentir acosados y para aliviarlo, entraron a
buscar de nuevo sus identidades regionales. Esa una de las razones del brexit británico y del triunfo de Trump en
Estados Unidos.
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