POR RAUL PACHECO BLANCO.
Como católico me duele el papel que está desempeñando el
Papa Francisco al tratar de mediar en los conflictos entre naciones, como ha sido el
caso primero de Venezuela entre el presidente Maduro y la oposición venezolana
y en el caso colombiano entre el expresidente Uribe y el presidente Santos. En
el primero se dejó utilizar por el gobierno venezolano en el momento menos
indicado para intervenir, cuando el gobierno estaba contra las cuerdas y se insinuaba el juzgamiento del presidente
Maduro por parte del Congreso venezolano. Ahí le prestó un favor al presidente Maduro, que soportaba el fuego graneado de la oposición,
cuando tiró el anzuelo de la mediación
papal para paliar un tanto el asunto y darse un
nuevo aire en la pela con la oposición. Así que si por ese lado se miran
las cosas, el gran beneficiado de esa intervención papal fue el gobierno de
Maduro. Con la mediación no se logró avanzar un solo paso y todo siguió como al principio y con la respetuosa decepción
de la mediación papal por parte de la oposición se inició una nueva etapa en la
lucha por el poder en la vecina república. Y ahora el presidente Santos,
apelando a la angustia de dar por finalizado el proceso de paz con las Farc, le
pidió al Santo Padre la mediación para que a su vez lo salvara en la difícil coyuntura
que estaba viviendo al haber perdido el
plebiscito, inventándose formas
inconstitucionales a fin de no someterse al escrutinio del pueblo en un nuevo
plebiscito, o en otra figura que tuviera que ver con el constituyente primario.
Y se llevaron al expresidente Uribe esperando que con medallitas arreglaban el
asunto, cuando de sobra se sabe que el expresidente Uribe tiene ya marcada una
hoja de ruta para la próxima campaña presidencial y, así fuera el mismo Papa el
que le estuviera pidiendo no la iba a variar. El expresidente por paisa es muy
católico, pero por paisa también en muy buen negociante y ciertamente el
negocio que le proponía Santos por medio del Santo Padre no le cuadraba en sus
cuentas. Así, como era de esperarse, de la reunión entre Santos y Uribe ante el
Papa no pasó de una simple expectativa.Y el Papa sigue desgastándose
inútilmente y dejándose utilizar de los políticos. Bien sabemos que a la
Iglesia le va mal cuando intenta intervenir en política porque como lo dijo
Jesucristo, su reino no es de este mundo.
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