POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Los partidos colombianos contemplan los siguientes
problemas: 1) Falta de ideología porque los grandes metarrelatos fracasaron y
hay necesidad de aportar nuevas ideas. 2) Perdieron legitimidad, pues la que
tenían estaba basada en la violencia, en el odio al otro partido . 3) Las casas
presidenciales se salieron de los partidos tradicionales, para crear unos
nuevos. 4) Los partidos quieren ser gobierno y oposición al mismo tiempo.5) Crecimiento
de las clases medias.6)Se quedaron sin mitos.. Como decía Lyotard en su
Condición Posmoderna, los grandes metarrelatos, socialismo, comunismo,
cristianismo, neoliberalismo le dieron la vuelta a la tuerca y se quedaron sin
dientes. Este fenómeno europeo también sucedió en Latinoamérica, pues recibió
tanto la influencia del socialismo, como del neoliberalismo, hasta caer de nuevo
en los socialismos del siglo XXI que están languideciendo y tienen al borde de la
quiebra a países tan boyantes como Brasil, y Venezuela. Los partidos políticos
en Colombia adquirieron una legitimidad en base a la violencia, que vino a
manifestarse en guerras civiles y en la articulación de una suma de odios y de
enconos que produjo la dureza de su raigambre. El Frente nacional liquidó
viejos resquemores, limpió el ambiente, pero dejó sin aliento a los partidos que
no han podido encontrar ni los liderazgos ni la ideología adecuada para
revivirlos. A su vez las casas presidenciales procedieron a abandonarlos para
asegurar bien sea sus turnos presidenciales o para captar opinión hacia
adelante con la mira puesta en la vuelta al poder. Tanto Uribe como Santos y
Vargas Lleras, el nuevo aspirante, decidieron crear sus propios partidos y
dejaron de lado el liberalismo, en el cual libra la batalla la casa Gaviria
para mantener su poder, con un bateador emergente como Horacio Serpa, quien al
irle mal con la casa Samper busca en la Gaviria enderezar las cargas.
Igualmente los partidos perdieron la disciplina y se dividieron alrededor del
poder, unos con él y otros en la oposición, fenómeno que antes no se había
contemplado. Al entrar el país en una nueva etapa de desarrollo económico, las
clases medias crecieron y al sentirse en otro nivel entraron a cuestionar a sus
propios partidos para no volver a tragar entero. Y por último se desgastaron
los grandes mitos: en el liberalismo se desgastó el discurso de la revolución
en marcha de López Pumarejo y el de Gaitán, como símbolo de la lucha popular Y
en el conservatismo los mitos de la constitución del 86 y Laureano Gómez.
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