POR: RAUL PACHECO BLANCO.
La izquierda dentro del liberalismo puede estar encontrando
su propia ruta. Ya se hicieron esfuerzos cuando entró en la lisa el Polo
Democrático y llevó a la alcaldía tanto a Moreno Díaz como a Petro. Y
silenciosamente se le fue adhiriendo el samperismo, quizá con ánimo burocrático
pero al fin de cuentas con alguna afinidad de tipo ideológico. En todo caso Ernesto
Samper se hizo fuerte en la burocracia y no obstante la mala imagen que tiene,
el mueve sus fichas permanentemente. Y se presentó luego la coyuntura de la elección de alcalde
para Bogotá y alrededor de Clara López
se fue haciendo la tropa de esa izquierda que va de Samper, pasando por Serpa,
por Gómez Méndez , y los hijos de López Michelsen, los López Caballero, entre
otros. No fue exitosa esa eventualidad, pero ahí quedó flotando el nombre de Clara
López. Luego alrededor de Clara López
puede llegar a reencarnarse el viejo lopismo, para entroncar con la tradición
del viejo artesano radical don Ambrosio López, para seguir con López Pumarejo y
luego con López Michelsen. Esa ruta que hizo popular al liberalismo y que le
sirvió para ganar toda clase de elecciones y que viene de la revolución en
marcha, se vino al suelo por una parte por la acción de la guerrilla, que diabolizó
cualquier propuesta izquierdista y por otro lado, por la irrupción de la derecha
liberal encarnada por Alvaro Uribe y luego por Juan Manuel Santos. Pero si se
logra la paz para las próximas elecciones veremos en movimiento ese viejo
lopismo alrededor de Clara López. Y si bien puede no irle bien en esa primera
tentativa, sobre todo enfrentada a una candidatura tan sólida como la de German
Vargas Lleras, puede insistir para la siguiente, cuando se esté cocinando la
reelección de Vargas Lleras. Y ante el desgaste de la misma y ya sin la
guerrilla como elemento disuasivo, puede ser el momento para el regreso del lopismo
envuelto en el papel celofán de la izquierda. Porque en medio de todo nadie sabe para quién trabaja y todo lo que
podría cosechar la guerrilla ya como partido político, se lo llevaría esta
izquierda criolla, ya conocida por la afición. Así que la gran beneficiaria de
toda esta movida vendría a ser la casa López, alrededor de doña Clara, la
heredera del viejo lopismo. Luego todo el trabajo guerrillero de cincuenta años
lo entraría a capitalizar el viejo lopismo después de tantas muertes y tanto
sudor y lágrimas.
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