POR: RAUL PACHECO BLANCO.
El hecho de no haber tenido un revolución como la inglesa de
1.688 o una francesa como la de 1.789 que
ampliara la base del poder político y del poder
económico, bajo el marco de unas instituciones
lo suficientemente inclusivas, ha hecho que Colombia no sea un país exitoso.. Esta es la conclusión a la cual llegan Daron Acemoglu y James Robinson en su libro por qué fracasan
los países.( Planeta, 2012). Porque en
la colonia, cuando se independiza de España no hubo un rompimiento que echara
abajo el orden colonial basado en monopolios, comercio estatal, explotación de
la mano de obra, esclavitud y una clase
criolla asentada como elite . Bolívar era un terrateniente y
alrededor suyo se fueron alineando los
militares que hicieron la independencia, como Santander y los demás próceres.
Es decir, los dueños de la tierra. Por lo tanto, no hubo reparto de tierras sino entre las castas tradicionales convertidas en militares. Y
cuando se produce un mayor rompimiento a
mediados del siglo XIX , al acabar con la esclavitud, los resguardos
indígenas y demás estructuras heredadas, la propiedad de la tierra en lugar de ampliarse, en que hubiera un
mayor número de propietarios, lo que
hizo fue concentrarse, pues los terratenientes terminaron comprando las tierras
de los indígenas. La revolución gloriosa de 1.688 repartió el poder, lo descentralizó, pues el monarca
tuvo que ceder ante los nobles. Luego la
revolución industrial da la base
tecnológica para la transformación económica. Y en Francia de 1.789 sucede algo parecido y
ya no es la nobleza la que se revoluciona, sino el pueblo, el tercer estado,
que combatía contra el clero y la nobleza. El poder se abrió y la actividad
económica igualmente se amplió en su base,
pues la propiedad se repartió. Colombia
además, no ha podido comportarse como un estado centralizado fuerte, que
alcance a llegar con sus leyes y con la satisfacción de las necesidades de las
regiones, lo que ha generado la guerrilla y movimientos insurgentes, perdiendo
el monopolio de la violencia. Así que la dependencia de España durante
trecientos años produjo unas estructuras extractivas, como la llaman los
autores, en que la monarquía explotaba a sus súbditos, monopolizando tierras y
comercio, además de crear unas elites estrechas que van a conservarse a través
del tiempo, pues para nada ha servido la independencia, el radicalismo, la
democracia, para ampliar los liderazgos, dígalo sino la actual situación
política ante las próximas elecciones presidenciales, en que la misma clase
política que se disputaba el poder a comienzos del siglo XX y muchas veces
antes, son los descendientes de esas familias dominantes. Ahí están los Santos, los Lleras, López, Samper,
como alternativas de poder.
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