jueves, 25 de julio de 2019

LA MUERTE DE JESÚS


POR: RAÚL PACHECO BLANCO

En la última novela del premio nobel  J.M.Coetzee, se da el lujo de pasearnos por la vida del pequeño David, quien a la edad de diez años contrae una rara enfermedad, pero no por ello pierde ese aliento sobrenatural que lo cobija y que lo hace perdurar ante su comunidad.

¿Cúal es la intención de Coetzee? Por qué tituló la novela como la muerte de Jesús si Jesús no entra en escena en la realidad y Coetzee se engolosina presentando perspectivas, cada vez más profundas sobre su personaje, a quien el lector lo toma  como la imagen de Jesús, para divagar acerca de la familia de David y sacar algunas conclusiones.

Es un novela abierta y  da para muchas interpretaciones y consideraciones: por ejemplo: Por qué hace tanto énfasis Coetzee en la orfandad de David y en la falta de química entre él y sus padres adoptivos?  ¿Se trata de humanizar a Jesús al criticar que no había sido concebido por la virgen María, dada su naturaleza divina y la unión de pareja entre ella y José queda en una encrucijada, como si el matrimonio no fuera la máxima expresión  de amor entre cónyuges y la justificación de sus relaciones carnales, para engendrar otros seres y proyectar al hombre a través de los tiempos?

Pero si es innegable el afán de Coetzee por proyectar la muerte de Jesús, que vuelve y juega, como en la concepción nietzhcheana del eterno retorno, al encarnarse de nuevo Jesús en un huérfano y ver que no casa con sus padres adoptivos, a quienes les falta responsabilidad en la tarea escogida y tacha de ineptos, Dimitri, el personaje que hace las veces del malvado pero en trance de corregirse y asirse a una fe que lo restaure y lo proyecte en su nueva vida.

Y cuando les dice en una carta para el padre adoptivo de David, Simón, algo tan concreto como esto: “Pero tú sabes la verdad. Y la verdad es que jamás fueron una familia feliz, ni siquiera una familia. La verdad es que el joven David no era hijo de nadie, era un huérfano a quien, por razones personales, acogiste bajo tu ala y rodeaste con un cerco de espinas para que no pudiera huir y remontar vuelo”.

Luego la intención de Coetze es hacernos ver que a Jesús terminamos matándolo y no comprendiendo su mensaje y, sin embargo, algo queda de semejante desafío. A Jesús lo matamos cada rato, lo consideramos como un huérfano a quien no permitimos  se realice, por lo menos en nuestros corazones.

En cuanto al culto por el quijote de Cervantes, es una confesión personal de Coetze, quien ha preferido que sus obras sean cobijadas por el español y no el inglés, por cuanto para él la lengua inglesa está lejos de llenar sus expectativas de interpretación.

Por lo demás, la prosa no se da ninguna clase de lujos ni aparecen metáforas deslumbrantes ni nada que se la perezca, pues la regla es la claridad, despojada de toda arandela que distraiga sobre la esencia del relato, que va por los predios de la filosofía, filosofando, lamiendo la corteza de las palabras en su significado.

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