POR: RAUL PACHECO BLANCO
Si era atrevimiento en la Edad Media oponerse a la
existencia de Dios, pues entre otras cosas podía caer en manos de la Inquisición
y, era igualmente atrevido en la primera
modernidad afirmar la existencia de Dios cuando la ciencia había desplazado a la
filosofía, ahora en esta segunda modernidad las cosas son diferentes, pues la
religión ha vuelto a ganar espacio y se constituye en uno de los soportes del
hombre ante el mundo. El padre Gerardo Remolina en su reciente encuentro con el biólogo Richard Dawkins, en torno a la
existencia de Dios, va un poco más adelante de la tesis tradicional de la
Iglesia que reconoce a Dios como el creador
del universo y conductor de las
fuerzas de la naturaleza. Ya no se busca en la subjetividad a Dios, sino
tomando los métodos científicos se inquiere sobre su existencia para encontrar
una realidad, como hecho objetivo. Así, si la ciencia ha objetado a la religión por la
falta de precisión en torno a una idea como la de Dios, Remolina parte de ese
mismo método científico, como si se tratara de moléculas o de células que se
reproducen, se entrelazan y producen vida, así mismo Dios también puede ser
hallado a través de esos datos que entrega la realidad y deducen de ahí una existencia real. Y desde luego, toma al
hombre en su totalidad, no solamente como un ser de razón, y de conocimiento, sino
además de sentidos, sentimientos y
corazón, abriendo medios para llegar a él. Y si vamos a su libro “Los Fundamentos de una
ilusión, Universidad Javeriana, julio 2016, pag 158), encontramos un ejemplo
que cita Michael Finkel, tomado de la ciencia: ”Nadie ha visto nunca un
orificio negro, y nadie lo verá jamás…su presencia se deduce por los efectos
que tiene en los alrededores”. De la
misma manera y en muchas formas el hombre ha sentido a Dios, bien si nos
referimos a la experiencia espiritual de los sacerdotes y pastores, como a revelaciones
individuales, además de sentimientos como el amor, que trasciende la condición
biológica. Si por los lados de la razón no se puede llegar a él, ya que la
razón tiene un campo limitado de conocimiento, existen otros conductos para
llegar a él. Y como dice Freud,” las ideas religiosas son ilusiones, realizaciones de los deseos
más antiguos, intensos y apremiantes de la humanidad. El secreto de su fuerza
está en la fuerza de estos deseos”. (Ibidem, pag 27).
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