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4321
POR: RAUL PACHECO BLANCO
Cuando uno empieza a leer la novela de Paul Auster,4321, lo
primero que hace es poner mojones para tratar
de encontrar la trampa que nos tiene preparada el autor. Como lo hacía Cortázar
en algunas de sus novelas que lo hacía leer un capitulo y luego continuaba varios
capítulos más adelante. La intriga sigue por el nombre que es un número:4321.
Más, cuanto se topaba con que el capítulo dos de cada uno de ellos no escribía
nada y solo presentaba el papel en blanco. Estas son las precisiones iniciales
y a medida que va trascurriendo la lectura Y a decir verdad, lo mantiene a uno tenso
porque solo al final es que da las coordenadas para entender que la vida de
Fergusson, el personaje central, va a vivir cuatro vidas separadas, pero con
los mismos personajes de su entorno, para manejar posibilidades, como las que
se le presentan a cualquiera en su vida al no saber qué camino tomar en
determinado momento. Siempre uno tiene hipótesis de su vida posible y solo una
de ellas es la que en verdad se realiza. Ferguson se dio el lujo de echar por
la calle de en medio y se vivió cuatro. Pero esto no me parece lo mejor del
libro, puede ser muy innovador en la parte técnica. Lo mejor está en las tres
líneas narrativas que va tejiendo a medida que avanza la novela, en donde se va
desenvolviendo por una parte el argumento, por otra el periodo histórico de la
era kennedyana y, por último, el bosquejo de lo que es el hombre americano. De
ahí que para mí, hay dos novelas, la una, formal, para dar cabida a la innovación
de la vida plural de Fergusson y la otra, la que enfrenta las tres líneas
narrativas. Ahí está la historia del hombre americano, que empieza con el inmigrante
que llega de un país desconocido para
realizar el sueño americano y, como le indican desde un principio, debe cambiar de nombre y apellido
para irse pareciendo al país y de ahí que le convendría ponerse como apellido
Rokefeller. Pero al expresarse en su idioma nativo le dio vida a un imaginario
nombre que cogió al vuelo el empleado oficial, llevado por la fonética, para
terminar en el apellido Ferguson. Y sus instituciones, la familia, la religión,
el capitalismo, el deporte, esencialmente el futbol americano, el béisbol y el
básquetbol. En cuanto al aspecto narrativo, le da a uno la impresión de que se
le va la mano al narrador, al no dejar que los personajes obren por si mismos,
les quita la voz y los somete a una disciplina implacable. Ese lenguaje, aunque
permite una mayor fluidéz en la narración asfixia las posibilidades de los
distintos personajes, al expresarse en diálogos, que brillan por su ausencia.
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