POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Con la maestría que
le es característica y que lleva generalmente a que las preguntas sean mejores
que las respuestas, María Isabel Rueda entrevistó al general Rosso José Serrano
en El Tiempo, sobre la época que le tocó vivir mientras fue comandante de la
Policía y que lo llevó a ser catalogado como el mejor policía del mundo. Las respuestas son de una franqueza inaudita,
con cierta campechanía de buena ley : eso de pasar cuarenta años portando el
uniforme de policía lo deja a uno muy
lejos de aprender a vestirse, de ahí que si no fuera por mi mujer, que entre otras
cosas es alemana, ” me vestiría como el narco Santacruz el día que lo
capturamos” . Así que el sentido del
humor siempre está presente en el reportaje. De entrada se da uno cuenta de que estamos en un país tercer mundista, al cual le hace
falta un mentor de cabecera, o una persona mayor que le indique los peligros
que están por delante. Es el caso de la marihuana, que siendo el general
Serrano comandante de la policía no tenía ni idea de que esta planta la
estuvieran sembrando en el país. Y desde luego no es culpa del general Serrano,
sino del estado colombiano. Así que fue la embajada americana la que le indicó que en el país había tantas plantas de
marihuana. Lo mismo sucedió con la heroína y la cocaína. Y desde luego vimos
como Pablo Escobar fue al Congreso, siendo el capo de los capos y como tuvieron
que matar primero al ministro Lara Bonilla, para darnos cuenta del peligro en que estaban las
instituciones. Y fueron los gringos también, los que influyeron en su nombramiento. Sostiene, por otra parte, que el glifosato es ineficaz y que para
combatir la droga es más importante perseguir los percursores químicos. Con
gran desparpajo habla de las medidas draconianas que tuvieron que tomar para
sacar de la policía a las manzanas podridas, contando con el visto bueno de las
instituciones del estado, quienes le hicieron cuarto, cosa que no se podría
hacer hoy pues el país cambio y ahora es más garantista. Ahora, algo que antes
era un axioma, como la extradición,
ahora no lo es, pues los gringos se tranzan porque los narcos entreguen la
plata y los ponen en libertad para que
sigan viviendo cómodamente en Miami. Y en cuanto a música, prefiere a Jorge
Negrete y Pedro Infante, que a Mozart o Shubert.
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