Trajo El Tiempo en su
edición del jueves 9 de abril una foto en que aparecen los hijos de tres expresidentes
conservadores muy orgullosos al lado del
presidente Santos, levantando las manos en señal de victoria, mientras atrás se
ven sendos afiches en que se repite el estribillo: Los conservadores con Santos,
para adherir a su candidatura presidencial. Ahora los titulares cambian para
señalar que se publica una carta abierta de los mismos autores pero ya no para adherir
a Santos, sino todo lo contrario, para pedir que el partido conservador se vaya
a la oposición porque ha sido engañado.
Lo primero que salta a la vista es que necesitaron mucho tiempo para sentirse
engañados por un político de malicia indígena reconocida. Alvaro Uribe se dio
cuenta de que había sido engañado el mismo día de la primera posesión de Juan Manuel
Santos. Y de una vez nació para la historia de la política colombiana, el estribillo
de traidor. Se dio cuenta el expresidente que Santos tenía agenda propia y que
todo el esquema de su gobierno de ocho años había sido completamente arrasado,
como una bandera cuando se baja del pedestal.
Ahora, después de que los hijos de los expresidentes se prestaron para entregar el partido a Alvaro Uribe, en donde se perdió
la identidad conservadora y todavía más, convencidos de que la historia se
repetía, íbamos para una nueva Regeneración. Uribe era el nuevo Núñez que iría
a colocar en órbita un nuevo Miguel Antonio Caro para de ahí seguir en línea
hacia la nueva república conservadora. Irían apareciendo los Sanclemente, los
Marroquín, Rafael Reyes y luego Suárez, Concha, Ospina, Abadía. Pero Uribe los
dejó de lado y escogió a Santos y hasta ahí llegó el candor no del Padre Brown sino de los jefes conservadores. Alegan ellos en su carta que hay necesidad de
recobrar la identidad conservadora y que en medio de las promesas incumplidas del gobierno el conservatismo debe irse a la oposición. Y el
destinatario de la carta, doctor Barguil les contesta que el conservatismo no
puede irse a la oposición porque también es gobierno, dentro de una posición
privilegiada que tranquila y dulcemente se puede dar: ser gobierno y oposición al
mismo tiempo . Antes podría ser una contradicción, pero en la posmodernidad no.
¿Qué se le pueden pedir a un partido cuando su jefe tiene como bandera el pragmatismo, por decir
lo menos y cuando se puede ser gobierno y oposición al mismo tiempo?
viernes, 17 de abril de 2015
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