POR: RAUL PACHECO BLANCO
Para abordar la novela del reciente premio Nobel de literatura, Peter Handke, El miedo del portero al penalty, hay que tener en cuenta que el estilo
narrativo del novelista se basa en la sugerencia, más que en el relato escueto
de los hechos.
Entrando en materia se trata de la historia de un futbolista que le fue mal en su carrera
y luego se convirtió en un empleado de empresa, donde también le fue mal y lo echaron.
Quedó errante. Pero alienado en tal forma de su trabajo de portero, que siempre
lo acompañó el miedo al penalty y, por eso, lo siente en su propio pellejo, que
una vez se le aparece como miedo y entra a tomar con sus manos el cuello de una
mujer hasta ahorcarla, dentro de una atmósfera que se mueve en universo
kafquiano en terminados momentos. Es el paso del recuerdo a los sentidos, a la
piel, como reflejos, como sentimientos que aparecen en un momento para marcar
la conducta.
Es de tal magnitud el impacto del portero ante el penalty,
que dentro de la teoría de la evolución estaría incorporada a la naturaleza
humana en su discurrir permanente, como reflejo condicionado.
Es un modelo para armar, como diría Cortázar, en donde el
autor va dejando un reguero de perlas por el texto, para que el lector las
recoja y arme su propio modelo.
Ya al final, se ve que el miedo del portero también contagia
al delantero que patea, porque si por miedo el portero se quedó parado, el
delantero, por miedo, se la tiró a las manos. Y santo y bueno.
Recogiendo esas perlas nos encontramos con esta: “Esa impresión de engaño y simulación –esa
simulación con el pito del árbitro en el macuto- , desapareció solamente cuando
estaba en el cine”(pag 20)
“ Inesperadamente le puso las manos en la garganta. Al
momento comenzó a apretar tan fuerte que
a ella ni por un instante se le ocurrió tomárselo en broma …Tenía un miedo
mortal … Se dio cuenta de que a la chica le salía un líquido por la nariz”(pag
26)
“Estuvo caminando un
rato campo a través. La sensación que tenía de que le caía en la cabeza
una pelota muy pesada, mojada por la lluvia, cedió un poco”. (pag 52)
“Por ejemplo, si Bloch hablaba de la factura de costillas
que había sufrido siendo portero, ellas contestaban que unos días antes había
caído un trabajador de una pila, que había tenido que coserle los labios varias
veces, chocó con un lateral de la portería y se partió la lengua por mitad”(
pag 71).
“Cuando se palpaba recibía una sensación desagradable, pero
entonces se dio cuenta de que lo ocurría
era solamente que su conciencia de sí mismo era tan fuerte, que la sentía en
forma del sentido del tacto en toda la superficie de su cuerpo; como si de
hecho su conciencia y sus pensamientos, de una manera manifiesta y palpable, se
hubieran vuelto contra él. Yacía allí indefenso, incapaz de resistir, con su
repugnante interior al descubierto… Se
había producido una sacudida y con una sacudida se había desnaturalizado, se
había roto su cohesión con el curso de
los acontecimientos”( pag 87),
Luego, “ Qué había sucedido antes?. ¡ Si! Antes, según él le
venía ahora a la memoria, había pensado: “sorprendido por el tiro, dejó que la
pelota le rodara entre las piernas”. ( pag 88)
“Todo lo que percibía, movimientos y objetos, le hacían pensar
en sensaciones y sentimientos, no lo hacía como si estuviera recordando un hecho
pasado, sino que los revivía como algo presente.” ( pag 121)
Lo demás en el aspecto narrativo son intrascendencias de la
vida cotidiana que acentúan una vez más, el estado de inconsciencia en que se debate el
exportero, luego de su traumático paso por el fútbol y de su miedo ante la
opción del penalty.
Se trata de una exploración biológica tanto a la conducta
como al lenguaje del hombre como cuerpo.
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