miércoles, 27 de noviembre de 2019

“SOLENOIDE” LA NOVELA DE CARTARESCU


POR: RAUL PACHECO BLANCO

 

“Para Descartes el hombre es sujeto en el sentido de la yoidad que representa. Para Niestche, el hombre es sujeto en el sentido de las pulsiones y los efectos que subyacen como factum último, es decir, resumiendo, del cuerpo. Toda interpretación del mundo se lleva a cabo retrocediendo  al cuerpo como hilo conductor metafísico”. Pag 672.  Niesztche , Martin Hidegger

La novela de  Cartarescu tiene dos ejes: por una parte, la imposibilidad del hombre de captar la realidad plena, tal como es y no como llega a su retina, de paso por el cerebro y, el cuerpo como limitación también del hombre, pero con el cual se tiene que contar.

Por eso a través de la novela se hace permanentemente alusión a la materia de que estamos compuestos, reunido todo en el cuerpo, con sus sentidos, sus órganos, su cerebro.

 

Es la vida del hombre que no puede salirse de su caparazón de cuerpo, tejidos, órganos, sin destino posible, que está  al vaivén del cosmos, en el cual puede suceder cualquier tragedia.

Y solo lo ennoblece el cerebro, que le permite la fuga del sueño, durante el cual caben cualquier clase de representaciones, monstruosas.

La novela no es lineal. Así que en unos  capítulos se refiere a su vida en la escuela de la cual es profesor, para narrar lo que sucede allí, con sus personajes, pero luego vuelve a la infancia, a los nueve años, cuando recluido en un hospital para tuberculosos, para que lo curen y permanentemente vuelve sobre lo mismo, intercambiando sus capítulos con uno y otro tema.

Pero lo más recurrente es el mundo de los sueños. Se llega un momento, pasando la mitad de la novela, en que la narración parte de realidades  para terminar en la narración de sueños, en donde caben toda clase de situaciones, pero en el fondo hay un llamado a la limitación del hombre, que tiene un cerebro que no lo cubre todo, que deja mucha realidad por fuera, pero a su vez, está limitado por el cuerpo.

Es la gran novela del siglo XXI, un siglo dominado por la ciencia, donde el novelista se nutre de física, que está al día, en cuanto al aporte de Einstein, la posibilidad de viajes planetarios, la conciencia del hombre que tiene actualmente del cosmos, de los choques de los cometas, de la pluralidad del universo y de la nimiedad del hombre ante semejante circunstancia. De ahí el afán de salirse de sí mismo, como lo proclama el narrador de la novela, de pedir auxilio, socorro, palabra que le dedica cuatro hojas de la novela, para hacer énfasis en ello.

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