jueves, 15 de junio de 2017

ORTEGA Y GASSET.


POR: RAUL PACHECO BLANCO.

 
Están reeditando en España la obra completa de José Ortega y Gasset, el filósofo español que leíamos en el colegio para sacarle el cuerpo a la física y la química. Tenía un estilo brillante, con una prosa pulida, como las piedras que García Márquez pone en las quebradas de Macondo, apenas lamidas por el agua y su corriente. Su circunstancia, como él la llamaba estaba cercada por un marxismo muy extendido, dentro de un régimen fuerte como el del general Francisco Franco y  él era liberal, pero muy conservador. Hasta su porte  era aristocrático y su pensamiento ídem. Para mí, tenían el mismo encanto las frases brillantes de José  Antonio y las de Ortega. Claro que en las de Ortega encontraba más pulimento. A uno de joven lo cautiva la música de las palabras y esa música la encontraba por igual en Ortega y en José Antonio. Además, su libro la Rebelión de las Masas en una época dominada por el marxismo era una auténtica apostasía, pues allí se denigraba de las masas, que eran ordinarias, poco imaginativas, bárbaras. En cambio, para el marxismo las masas eran la salvación de la humanidad, el nuevo evangelio. Y entonces la teoría del “señorito satisfecho” que Ortega nos entregaba para hacer de nosotros algo que valiera la pena, con exigencias sobre uno mismo, aristocráticas, en lugar de tantos derechos como los que exigían los obreros marxistas. O el “hombre masa”, que no era el obrero de overol, sino el hombre común y corriente, que no se exige nada, que apenas vegeta, pero no vive, exaltaba la imaginación de los jóvenes de la época. En eso se parece su pensamiento al de los fascistas, para quienes el trabajo de campo al par que los embriagaba, los hacia vivir una tensión que valorizaba, que jerarquizaba. Así que el pensamiento de José Antonio y el fascismo, se hermanaban en ese entusiasmo por salvarse a sí mismo, exaltándose, exigiéndose, disciplinándose. Nada de flojeras, puro aliento. El general Franco era otra cosa. Por eso José Cercas, el escritor español que se avergonzaba de haber tenido un  pariente franquista, al escribir su novela “El Monarca de las Sombras”, con el fin de liberarse de su complejo de culpa, fue situar a su pariente el joven Manuel Mena hacia el lado de José Antonio, de ese falangismo inicial y no del lado de Franco. El pensamiento de José  Antonio era una especie de  “macronismo” de la época, ni de derecha, ni de izquierda.

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