viernes, 7 de noviembre de 2008

RAUL PACHECO BLANCO

NOVELA




YO EL HEREDERO

Capitulo 1



YO me dí cuenta de que era rico, el día de mi primera comunión.
Recuerdo que mientras que YO recibía regalos como un lote de terneros Holstein , una cuenta bancaria, un reloj de oro, mis compañeritos solo recibían esferográficos Parker, monederos de cuero, lociones baratas, medias, y cosas por el estilo.
Mi abuela materna era finquera, mi tía Ana Francisca una solterona empedernida, que olía a naftalina, quien se dejaba engañar del cura Pascualito, un jesuita más vivo que ilusionista y que por eso lo tenían en la compañía de Jesús,. para que le echara el cuento a las viudas, a las solteronas, como mi tía, de comprar acciones para el paraíso, ahora que estaban baratas y se podían cambiar por reses de engorde, fincas y, porqué no, plata en efectivo. No faltaba más. Todo recibía el señor.
Y era un experto para acompañarlas en el momento supremo, para auxiliarlas y darles la mano en el difícil tránsito a la eternidad. Suéltese, les decía, el señor la espera.
Pero antes del suéltese y en el último momento de la lucidez , venía la firma del testamento en que el dinero que quedaba para cubrir gastos de entierro, enfermedades costosas y que no había podido ser incautado en vida por la codicia de la propietaria al negarse a entregar al señor ese dinero, estiércol del demonio, como decía Papini, se convertía en cláusula testamentaria para cubrir las necesidades de los pobres, de los pobres jesuitas.
YO, por supuesto odiaba a esos curas de mierda y ellos no podían odiarme, porque se indisponían con mi abuela, mi tia y toda mi familia y hasta ahí llegaban.

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