jueves, 27 de septiembre de 2007

GUSTAVO VARGAS MARTINEZ

POR :RAUL PACHECO BLANCO

La trayectoria de Gustavo Vargas es muy interesante. De ser un muchacho tranquilo, retraído, conservador en sus ideas y costumbres, pasó a convertirse en un agitador de izquierda al estudiar en la Universidad Nacional, que en esa época era un caldero de las ideas revolucionarias. Y quedó seducido. A tal punto, que decidió irse a México a terminar sus estudios de psicología, donde realiza una maestría y un doctorado Cum laude en 1958. México se había convertido en punto de encuentro de los progresistas y de los perseguidos políticos. Ya hecho un experto en marxismo regresa a Colombia y Mario Latorre le echa mano para llevarlo a la secretaria de Educación. Pero su vocación era la docencia y la producción de obras históricas. Cuando estábamos en bachillerato y yo asilado en Pamplona por mal estudiante, me mandaba los originales de libros que para esa época ya estaba escribiendo. Para dar rienda suelta a su vocación de docente ingresó a la UIS, en donde dejaría profunda huella, pues se convirtió en el ideólogo de los muchachos que tanto soñaban con irse al monte a hacer el cambio social. Su labor fue tan eficiente, que en principio se trajo a Rafael Vásquez para hacerle contrapeso desde la derecha , a la acción tan efectiva de Vargas en la izquierda. Pero luego se radicalizaron las cosas y terminaron haciendo una purga de los duros de izquierda y solo dejaron con vida a los “mamertos”. Ahí rompió amarras y regresó a México, perdiéndose prácticamente del mapa, porque no volvimos a saber nada de él.
Fue profesor en la Universidad Autónoma de México, una de las grandes Universidades de América ya por el año de 1964. Y en el 65 viajó a China. A conocer la revolución China, que junto con la rusa, se insinuaban por esa época como inevitables en el mundo.
Allí trabajó en el Instituto de idiomas de Beijing, en la agencia de noticias Xinhua y en la comuna popular Marco Polo. Pero regresó a México en 1968 y allí vivió el periodo más fecundo de su actividad intelectual, pues realizó múltiples publicaciones, en medio de su trabajo docente en la universidad Autónoma. Según parece escribió alrededor de cuarenta obras, entre las cuales se cuentan: Melo, los artesanos y el socialismo , su obra más conocida en Colombia y citada por Indalecio Liévano Aguirre, Reflexiones sobre el sueño bolivariano de la patria grande, chinos en América antes de Colon. Y dos meses antes de morir estuvo en mi estudio. Habían pasado cuarenta años y me llevó sus libros Humbolt en América, Semiótica cartografica y Cartagena de Indias. Estaba feliz. Se había casado por tercera vez y a los 72 años, en lugar de nietos, tenía un hijo. Más para donde. La Academia de Historia y la gobernación de Santander están en mora de hacerle un homenaje.
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